La gestión de la herencia requiere diversas necesidades alineadas con poder cumplir con el objetivo de la conservación del capital.

En la gestión patrimonial, la acumulación de riqueza ya no es el único objetivo que perseguir. Cada vez más familias de alto patrimonio buscan apostar por algo más profundo y duradero: la construcción de un legado.
En este sentido, no se trata sólo de preservar activos, sino de transmitir una visión, valores y enseñanzas que acompañen al capital a través del tiempo. En este proceso, la narrativa personal, llamada el arte de contar historia, se convierte en una herramienta estratégica para crear un legado financiero que trascienda generaciones.
El legado, de números a narrativas
En el mundo financiero, donde los balances, rendimientos y carteras dominan el discurso de cada reunión y objetivos a cumplir, el concepto de narrativa puede parecer ajeno en este sector. Pero comienza a hacerse presente.
Diversos estudios en economía conductual demuestran que las historias influyen poderosamente en la toma de decisiones, tanto en el plano individual como institucional. En el ámbito familiar, la historia detrás de la riqueza relatando cómo se construyó, qué valores la impulsaron, qué sacrificios implicó puede ser el incentivo que dé sentido al capital que se heredará.
En este escenario, el legado financiero no debe confundirse exclusivamente con la sucesión legal de activos. Aunque la planificación testamentaria, los fideicomisos y las estructuras fiscales son pilares fundamentales para sostener las finanzas, construir un legado significa algo más amplio y con una visión humana: transferir sabiduría, identidad familiar, sentido de propósito y compromiso social.
Por este motivo, muchas familias están incorporando elementos como las “cartas de legado” que son escritos personales que acompañan los testamentos y que expresan valores, deseos y reflexiones o también realizan archivos familiares digitales que reúnen memorias, cartas, fotografías y anécdotas que ayudan a preservar la historia colectiva.
En este sentido, el especialista financiero Fernando Boudourian indica que es de gran importancia poder comprender a fondo las necesidades de uno antes de definir una estrategia.
Además, los family offices están integrando procesos de educación financiera intergeneracional, reuniones familiares estructuradas y ejercicios de “visión compartida”, los cuales sirven para exponer expectativas y comprometer emocionalmente a los herederos con la misión patrimonial.
Otra de las herramientas que se utiliza para construir un legado es mediante la filantropía estratégica. Las donaciones, fundaciones familiares y fondos de inversión de impacto permiten a las familias dejar en evidencia sus valores en acciones que generan beneficios más allá del círculo íntimo
En este panorama se toma al silencio como el gran “enemigo” en lo que respecta al legado financiero. En muchas familias, se evita hablar de dinero por miedo a fomentar la dependencia, generar conflictos o perder autoridad.
Pero postergar estas conversaciones puede ser contraproducente, por lo que se recomienda tener charlas progresivas, adaptadas a cada etapa de la vida de los hijos y nietos, y orientados más hacia los valores que hacía las cifras.
En este escenario, para que un legado financiero dure en el tiempo debe estar apoyado en una narrativa que inspire continuidad. Esto implica transmitir no solo los hechos, sino también los significados. No basta con decir “tu abuelo fundó la empresa familiar” sino que hay que contar cómo lo hizo, qué obstáculos enfrentó y decisiones difíciles que tomó, por ejemplo.
También se debe tener en cuenta que no todas las generaciones piensan igual ni comparten las mismas prioridades. Por eso, es clave que el relato patrimonial deje espacio para la reinterpretación.
Cabe destacar que construir un legado financiero que trascienda generaciones necesita más que fórmulas de inversión o estructuras jurídicas, si no que relato, propósito y comunicación es de gran importancia.
El arte de contar historias se convierte en el hilo conductor que da coherencia, sentido y pertenencia al patrimonio familiar, de allí su gran importancia.