Del arte físico al arte digital: ¿Es rentable invertir en tokens no fungibles en 2025?| Un aporte reflexivo de Fernando Boudourian

Obra de arte digital representada como NFT en 2025, con elementos de blockchain, custodia digital y conservación híbrida físico-digital.

El mundo del arte también se digitaliza y atrae a los inversionistas. Un punteo sobre su rentabilidad.

El arte, como muchos otros sectores, atraviesa una gran  transformación atravesada por la digitalización. Lo que comenzó como una incursión experimental se convirtió en un fenómeno económico que sacudió el mercado del arte tradicional: los NFTs (tokens no fungibles).

Si bien su irrupción alcanzó un importante lugar en  2021, su volatilidad y posterior ajuste generaron dudas en los inversores sobre la viabilidad que tiene en el 2025, o sin  solo se tratan de una reliquia especulativa del pasado. 

Un mercado que se reinventa y atrae a los inversores

En 2021, se realizaron ventas millonarias de obras digitales, como el collage “Everydays: The First 5000 Days” de Beeple, vendido por Christie’s por 69 millones de dólares. Este hit posicionó a la entrada de los NFT en el mercado del arte institucional.

No obstante, este boom terminó rápidamente. Entre 2022 y 2023, el sector experimentó una corrección severa, en parte por la caída general de los activos cripto y la ausencia de una regulación clara. Para el  2025, el panorama es distinto. 

El mercado de NFT evolucionó y  atrás quedaron los días de “JPEGs” sobrevalorados. Actualmente, los inversores se enfocan en activos con utilidad, procedencia verificada y una estrategia de conservación digital a largo plazo. 

A diferencia del arte físico como se conoce históricamente cuyo valor está relacionado con la  técnica, autoría, historia y escasez, los NFT tienen otras características: programabilidad, trazabilidad en blockchain, y en algunos casos, derechos asociados, como acceso a experiencias o participación en comunidades puntuales. 

En este sentido, el valor de un NFT se relaciona con el sistema al que pertenece, como son los metadatos, la interoperabilidad con plataformas emergentes, y la existencia de mecanismos de gobernanza en proyectos artísticos.

A esto se suma una dimensión patrimonial: grandes casas de subastas y galerías que empezaron a ofrecer servicios de custodia digital, seguros especializados, y tasaciones con respaldo legal, elevando el nivel institucional del sector.

En 2025, el inversor  tiene un perfil que se inclina  hacia  coleccionistas sofisticados, fondos de inversión en activos digitales, family offices y plataformas de inversión fraccionada. Además, las nuevas generaciones de HNWI (high net-worth individuals) y UHNW (ultra high net-worth) muestran un  interés por incorporar arte digital tokenizado a sus bienes. 

Sin embargo, los expertos coinciden que  la inversión en NFT necesita un enfoque curado, asesoramiento especializado y una debida diligencia rigurosa. A diferencia de los activos tradicionales, aún no existe un estándar universal de valoración ni regulación armonizada.

En este escenario, uno de los principales obstáculos para la consolidación de los NFT como activo de inversión es la fragmentación normativa, hay una zona gris respecto a las regularizaciones.

Otro riesgo es la obsolescencia tecnológica. Algunos NFT tienen blockchains menos robustas  que genera una pérdida de  funcionalidad o liquidez. De ahí la importancia de tener sistemas sólidos.

En cuanto a la duda sobre si los  NFT pueden desempeñar un rol similar al del arte tradicional en términos de preservación de valor, diversificación y legado.  Cabe destacar que en términos de liquidez, los NFT siguen siendo menos eficientes que otros activos alternativos. Sin embargo, su capacidad de tokenización fraccionada, almacenamiento en custodios digitales y trazabilidad absoluta representan una innovación sin precedentes.

En este sentido, el especialista financiero Fernando Boudourian indica que no hay inversión sin riesgo, pero sí formas de mitigarlo y la elección correcta es la forma de hacer en este caso.

Además, en 2025  tendrá nuevos modelos híbridos, como las obras físico-digitales, en las que se combina una pieza tangible con su certificado NFT, ampliando las posibilidades para coleccionistas y museos.