Este profesional es parte de la toma de decisiones con una mirada por fuera de las finanzas, sin perder el objetivo de los diversos actores.

En la gestión patrimonial, las decisiones complejas en pocas ocasiones dependen solo de cifras y estrategias fiscales. Cuando se trata de grandes patrimonios familiares, se tiene en cuenta elementos emocionales, vínculos intergeneracionales, intereses contrapuestos y legados que trascienden lo estrictamente económico.
En este sentido, el rol del facilitador neutral tiene un papel de gran relevancia para guiar procesos de toma de decisiones en un panorama donde la objetividad y el consenso son necesarios y a veces faltantes.
La evolución de un rol estratégico
Las decisiones relacionadas con la distribución de activos, sucesiones, estructuras fiduciarias o inversiones familiares históricamente estaban en manos de asesores financieros, abogados y contadores.
Pero a medida que aumenta la complejidad de los patrimonios y las dinámicas familiares, estos profesionales llegan a tener la necesidad de incorporar nuevas herramientas que vayan más allá de su rol técnico.
Es en este escenario surge el rol de facilitador neutral, que se trata de un profesional capacitado para mediar, coordinar y facilitar el diálogo entre las partes involucradas, pero no emite juicios de valor ni representa intereses específicos.
Su principal función es poder generar un entorno de confianza, en el cual los involucrados puedan sentirse escuchados, promoviendo acuerdos y poder evitar conflictos que puedan deteriorar las relaciones familiares y la estructura patrimonial.
Este nuevo actor no se trata de un especialista en finanzas, derecho o fiscalidad, si bien cuenta con estos conocimientos, su valor y rol está en su capacidad para gestionar dinámicas humanas complejas, identificar puntos de tensión, facilitar el entendimiento entre las partes.
Por ello, se requiere que el facilitador neutral tenga habilidades en comunicación, mediación, negociación y psicología sistémica, con una comprensión del entorno financiero y jurídico. Además, deben actuar en colaboración con asesores técnicos, teniendo equipos multidisciplinarios que permitan abordar cada situación de manera integral.
El rol del facilitador neutral es clave sobre todo en momentos de transición, como la planificación sucesoria, la incorporación de nuevas generaciones al negocio familiar, la creación de fundaciones o fideicomisos, o la venta de activos.
En este sentido, el especialista financiero Fernando Boudourian indica que es de gran importancia poder comprender profundamente las necesidades de cada cliente antes de definir una estrategia de inversión.
Los beneficios del facilitador neutral no siempre son relacionados a métricas o ganancias financieras. Entre ellos se destaca la reducción de conflictos, mayor claridad en la toma de decisiones, fortalecimiento de la cohesión familiar y sostenibilidad del patrimonio en el tiempo.
Por esto, el rol del facilitador tiene cada vez más reconocimiento en mercados desarrollados como Estados Unidos, Canadá y Europa, donde existen certificaciones, marcos éticos y redes profesionales que avalan esta práctica.
En un escenario actual en el que la riqueza se ve atravesada por factores emocionales, identitarios y de propósito, el facilitador neutral surge como un actor fundamental para ser parte de la toma de decisiones patrimoniales.
Su intervención no reemplaza a los asesores tradicionales, sino que los complementa, teniendo una mirada humana, sistémica y estratégica. Se trata de poner al diálogo como un aspecto de importancia en la planificación patrimonial.