Su relación con las zonas económicas

Para estudiar este acontecimiento en el período 1900/1930, en el cual, como hemos expresado solamente se puede disponer de los datos precisos que proporciona el censo de 1914, es necesario, primero, plantear una distribución de las zonas adaptadas a las nuevas formas del desarrollo económico, y utilizar por fin una información que no obstante su carácter oficial, carece de la exactitud propia del relevamiento de un hecho real.

Lo primero involucra la noción de zona económica. Ateniéndonos al criterio de que esta última comprende un sector del territorio cuyos productos predominantes sean similares, lo cual implica una cierta semejanza ecológica, una capacidad técnica pareja, medios de transportes equivalentes a las necesidades de su intercambio, una estructura social y mercados de consumo y de provisión comunes, la zona que resalta inmediatamente, es la pampeana, o zona del cereal, o del Shorthorn. No incluye por supuesto Estados políticos completos, pero no habría mayor inexactitud considerándolos en la integridad que les atribuye sus límites oficiales. Esta zona comprende desde luego a la Capital Federal, no porque se realicen en su recinto tareas productivas, sino porque ella constituye el emplazamiento de su centro comercial y de su puerto, a la provincia de Buenos Aires, a la de Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba y La Pampa. De todos esos estados, solamente la provincia de Buenos Aires entra en la zona del Shorthorn íntegramente; quedan en cierta medida fuera de ella la mitad norte de Santa Fe, una fracción del norte de Entre Ríos, otra del norte y oeste de Córdoba, parte del norte y del oeste de San Luis y la mitad occidental de La Pampa. Todos ellos concentran sin embargo sus actividades alrededor de los cereales, el lino y la carne, y si no intervienen totalmente en el proceso de la producción, lo hacen desde otros ángulos, como el de provisión de mano de obra, por ejemplo.

La zona noroeste, integrada por las provincias de Tucumán, Salta y Jujuy, producen, azúcar y tabaco; posteriormente las dos últimas produjeron también petróleo y su vinculación con su mercado de consumo constituye un medio común; la del nordeste, Corrientes, Chaco, Misiones, Formosa y parte de Santiago del Estero es la del vacuno criollo y la de los cultivos industriales: la del oeste, Mendoza, San Juan, Catamarca y La Rioja es la de las viñas y la industria vinícola y aunque ni a una ni a otra actividad contribuyen las dos últimas provincias de manera muy densa su integración en el bloque del oeste se justifica por razones más apremiantes que la geografía; y finalmente la zona de los territorios del sur a partir del Río Negro, que pese a la producción frutícola del alto valle de ese río, y a la producción de petróleo de Neuquén y Chubut, su rasgo decididamente dominante y común es el ganado ovino. En cuanto se refiere a los datos sobre la población hacia el final de la decena de los 1920 se debe expresar que la Dirección General de Estadística de la Nación, dependiente entonces del Ministerio de Hacienda, realizaba anualmente y daba sus datos a publicidad, un cálculo de la población argentina y de las tasas de los diversos hechos demográficos. La propia institución responsable expresa con frecuencia la dificultad que hallaba en los organismos provinciales para cumplir cabalmente con su cometido. No es la aproximación relativa que ella otorga a su información el mayor inconveniente o si acaso el único; la información de referencia dista de ofrecer la variedad que puede lograrse a través de los censos y esta circunstancia confirma el juicio adverso que ha merecido frecuentemente la desidia, la incomprensible ceguera de los gobiernos de un país en plena formación, agitados por acontecimientos de tan ancha portada como la guerra mundial, la crisis de 1929, etc. y cuyos recuentos no sólo de población sino también de haciendas, de áreas sembradas, de diversos otros hechos sociales, se resienten por la existencia de largos períodos de total ignorancia. Es exacto que la teoría liberal que orientaba las actividades gubernativas, acordaba al Estado una injerencia mínima en la marcha de numerosos acontecimientos económicos y sociales: es verdad también que lo rudimentario del régimen impositivo vigente no incitaba al Estado a averiguar demasiado acerca de la fortuna y de las actividades privadas pues la fracción de ellas que le interesaba obtener la conseguía sencillamente y sin agitarse en las oficinas aduaneras; aun así los acontecimientos que matizaron con sus agitaciones la decena de los 1930 y los que habían dado colorido a la de los 1920, parecían indicar la necesidad apremiante de realizar la tarea censal y organizar su funcionamiento permanente de manera correcta. Utilizaremos la información de referencia correspondiente al cálculo de la población Argentina al 31 de diciembre de 1930.El organismo mencionado no discrimina la población de los territorios nacionales por entidad; acuerda a ellos una cantidad global que será objeto de un nuevo cálculo obtenido por comparación de las cifras que contiene cada una de dichas publicaciones.