Distribución geográfica y variación de la tenencia de ovinos

El año 1895 marcó el punto máximo en lo que a tenencia de ovinos se refiere. A partir de ahí comienza el descenso hasta 1922 en cuya fecha se anota el mínimo registrado hasta ahora. El recuento de 1930 ha permitido localizar un cierto aumento con respecto al anterior, pero como saldo del período 1895/1930 queda un decrecimiento de 30 millones de cabezas. 

En la variación que traducen las cifras precedentes se puede observar que si bien la reducción más acentuada corresponde a la provincia de Buenos Aires ella afecta a toda la zona del cereal, es decir, a la comprendida por las provincias del litoral, Córdoba y La Pampa: esta zona transfiere en cierto modo a la Patagonia la mayor parte de su contenido, a medida que se producen un conjunto de hechos favorables a ello y a los cuales nos referiremos oportunamente. 

Determinando Ia suma que cada censo atribuye a las zonas existencia de reinos en cada una de ellas, con respecto a la existencia toda es la siguiente:

Zona18951908191419221930
Del Cereal.Patagonia..94,0%2,3,,78,0%16,7,,69,0%23,8,,58,0%35,0,,55,5%42,6,,

El mayor descenso en el stock en la zona del cereal se periodo ocurre la mayor expansión de las áreas sembradas y del ovino acababa de pasar, tanto en la Argentina como en general en el resto del mundo. Recordemos que aquí la existencia de esta especie había aumentado desde 1888 hasta 1895, de 66,7 millones de cabezas hasta la cifra que indica el cuadro precedente. Durante esos años los frigoríficos dedicaron su atención de manera casi exclusiva al ovino; en la dieta europea él ocupaba un puesto de preferencia y particularmente en la alimentación británica en la que los carneros de gran peso que producía la raza Lincoln eran sumamente apreciados. A partir de 1894, la iniciación del embarque de vacunos en pie y poco después la faena de estos últimos por el frigorífico había colocado al ovino en segundo plano. Para completar el conjunto de hechos desfavorables a la expansión de este último debe mencionarse el que los telares europeos y norteamericanos indicaban de nuevo una preferencia por el algodón. En estas condiciones son numerosos los países que reducen, algunos en cifras importantes, sus majadas, sin perjuicio de que puedan mencionarse los que aumentaron las suyas; en diversos casos se trata de verdaderas transferencias análogas a las que tuvieron lugar en nuestro país entre las zonas del cereal y la Patagonia. Entre los países que acusan reducciones durante los años que también se mencionan se hallan: Austria, entre 1869 y 1910, el 52 %; Hungría, entre 1880 y 1911, el 13; Bélgica, entre 1895 y 1910, el 21; Francia, entre 1895 y 1915, el 36; Argentina, entre 1888 y 1914, el 25 %. Entre los que acusan aumento se hallan: Bulgaria, entre 1892 y 1911,26%; Italia,1875/1908,60; Túnez, 1899/1915,55; Estados Unidos,1895/1915,18%; y Australia y Nueva Zelandia, entre 1900 y 1913, 20 y 28% respectivamente. En la primera serie, es decir entre los países que han reducido sus majadas, es fácil individualizar a los que han acordado preferencia a la siembra de cereales como Hungría, Francia y Argentina y los que dedicaron sus campos y sus labores a la cría del vacuno y simultáneamente a la industria manufacturera, como Bélgica, Francia y Argentina. Entre los segundos si se exceptúa E. Unidos, los demás, o estaban especializados en la cría de esa especie, como Australia y Nueva Zelandia, o su aumento era consecuencia de un impulso en su reciente colonización, como Túnez.

Lo exacto es que el progreso de la bovinotecnia había alterado nuevamente las preferencias alimenticias de Europa orientándolas hacia la carne vacuna: la facilidad de transportarla hacía que pudieran utilizarse los ganados situados a distancia de los mercados de consumo; por lo demás, el menor precio del algodón, a causa de las condiciones vigentes en los sitios en que se cosechaba, había reducido la importancia del ovino. Hemos hecho referencia anteriormente al consumo de lana y de algodón registrado en el mundo entre 1850 y 1910: el de lana había pasado desde 850 mil toneladas hasta un millón y cuarto, pero el de algodón había crecido desde 2 millones hasta 4. El siglo xx se iniciaba pues de manera contraria a la forma en que lo hizo el decimonoveno; los productos del ovino, lana y carne, tan apreciados en este último, eran ahora sustituidos en el lugar de preferencia por el algodón y el vacuno.