Ambos censos designan con el término genérico de establecimientos agropecuarios al conjunto de los instalados con el propósito de explotar las tierras, ya sea mediante el trabajo agrícola o el ganadero. El de 1908 alude a 222 mil establecimientos destinados a la explotación de 117 millones de hectáreas. La superficie media es de 530hs.
En 1914 ese conjunto había aumentado hasta 306 mil incluyendo poco más de 30 parcelas disponibles: la superficie total ocupada por dichos establecimientos era de 162 millones de hs.; la superficie media era pues nuevamente de 530hs. A partir de aquella fecha las estimaciones periódicas realizadas por el Ministerio de Agricultura, asumieron un carácter sumamente parcial, de tal modo que hasta 1930 no es posible hallar una estimación que permita compararla con las cifras mencionadas. El desarrollo de las industrias agropecuarias, independientemente de las influencias que interactúan entre la ganadería y la agricultura, y del conjunto de factores que pueden haber ejercido una incidencia parcial, permite advertir una etapa transcurrida desde principios del siglo hasta el comienzo de la primera guerra mundial, una segunda desarrollada desde esa fecha hasta el año agrícola 1921/22, y la tercera desde ahí hasta la gran crisis de 1929.
Las etapas de referencia constituyen otros tantos escalones que permiten elevar continuamente el volumen de producción y aun extender las áreas bajo cultivo: desde el punto de vista del régimen de explotación, se puede expresar que particularmente la última de ellas se caracteriza porque el número de propietarios creció en forma considerable. A partir de la gran crisis, comienza un proceso involutivo, no tanto en lo que afecta al régimen de producción, como en lo referente al número de propietarios, que comenzó a descender en forma muy pronunciada en cuanto los efectos de la crisis empezaron a ser más acentuados.
Es por esa circunstancia muy lamentable no disponer más que de cifras que miden estos efectos en alguno de sus aspectos y que, a fin de considerar ese acontecimiento en su integridad, sea preciso extrapolar y recurrir al censo de 1937. Con ello se obtendrá tan sólo una estimación de tipo muy general, porque sus indicaciones suponen ignorar totalmente el desarrollo de la crisis y percibir de ella tan sólo sus efectos. Considerando pues, las indicaciones del censo de 1937, se puede expresar que él halló en actividad 452 mil establecimientos agropecuarios que se desempeñaban en una superficie total de 172 millones de hectáreas.
En ese año la superficie media por establecimiento se había reducido pues hasta 360 hectáreas.Entre 1908 y 1914 los establecimientos agropecuarios habían aumentado en 84 mil, logrando acrecentar la superficie ocupada en 45 millones de hectáreas; en tanto que entre 1914 y 1937, los establecimientos han aumentado en 146 mil, pero la superficie total había permanecido constante: de ahí la reducción que acusa la dimensión media del establecimiento.
Se puede expresar pues que en 1914 termina la etapa iniciada inmediatamente de la campaña de 1879 que llevó las fronteras hasta las márgenes del río Negro y que prácticamente significó el comienzo de ocupación de la Patagonia. Los antiguos establecimientos de la provincia de Buenos Aires, del sur de Santa Fe y de Entre Ríos, empezaron a disgregarse descargando sus campos de los lanares que avanzaron sobre La Pampa y posteriormente sobre la Patagonia.
El refinamiento de los vacunos contribuía gradualmente a valorizar los campos cercanos a los puertos y el desarrollo de la alfalfa y demás forrajeras permitían criar el mismo número de animales en cada vez menor superficie. Por otra parte, el valor de los alambrados y demás instalaciones fijas y el de máquinas y útiles modificaban gradualmente la composición orgánica del capital agropecuario elevando el valor del capital constante; ello impulsaba a reducir discretamente la dimensión de los campos de Buenos Aires, del sur de Córdoba y Santa Fe y trasladar el latifundio hacia los campos de La Pampa, del Río Negro y de Santa Cruz. Ya avanzado este proceso el censo de 1895 permitió localizar 180 mil establecimientos: es decir que aun sin que sea posible expresar en qué medida ellos aumentaron desde 1880, se puede, sí, decir que entre 1895, bajo el régimen del embarque en pie, hasta el censo de 1908, ya con el frigorífico en plena marcha y con el enfriado como promesa muy factible, el aumento de establecimientos agropecuarios se realizó en número de 42 mil.

La zona ocupada posteriormente a 1895, implica un crecimiento sobre la de ese año de 26 millones de hectáreas.
A partir de 1914 diversos acontecimientos contribuyeron a acrecentar el número de establecimientos sin producir el mismo conjunto de hechos ha sido enumerado ya.
Ellos son, en primer término, el extraordinario desarrollo de los transportes ferroviarios y la construcción de puertos: los primeros con sus numerosos ramales hicieron posible el aumento en densidad de las zonas bajo cultivo; y los puertos, reduciendo la distancia media de transporte, facilitaron así mismo el poblamiento de numerosas regiones antes destinadas a menesteres de menor rendimiento.
La división de la tierra fue pues un acontecimiento derivado de esos hechos y desde luego de las mejores condiciones en que se desenvuelven ciertas capas de campesinos que el empleo ya frecuente del proletariado agrícola había contribuido a enriquecer. Los efectos de la ley 10.676 fueron por lo demás decisivos en lo referente al aumento del número de propietarios que ocurrió entre 1921 y 1930.
Todo ello había llevado, según lo hemos expresado ya, los precios de la tierra a cifras sumamente elevadas y desembocó en la preferencia ostensible del capitalista por los cultivos industriales que se realizaban en zonas en las que la tierra tenía menor valor y que por esa circunstancia permitía acordar una suma mayor a la adquisición de instrumentos y mano de obra.
En 1914 se puede decir, pues, que termina la etapa pobladora, dentro de las actividades agropecuarias, y que posteriormente a esa fecha el fenómeno de la explotación agropecuaria entra en su fase de mejoramiento cualitativo.
Los establecimientos mencionados incluyen las chacras, huertas, quintas, etc., dentro de las actividades agrícolas y los emplazados en campos de cría, de pastoreo, cabañas, tambos, etc., dentro de las ganaderas. Debe admitirse que los comprendidos entre 0 y 50 hectáreas incluyen a las pequeñas quintas suburbanas cuya superficie no suele ser mayor de 25 hs. y los destinados a tambos, carnicerías, plantaciones frutales, de legumbres, viñas, caña de azúcar, etc. Corresponde pues a las pequeñas propiedades situadas en proximidad de las poblaciones; su importancia relativa es tanto mayor cuanto en la provincia de que se trate exista un mayor número de ciudades. Esas chacras constituyen el vínculo inmediato entre la ciudad y el campo, y de ellas extrae la ciudad la mano de obra que requiere el regular progreso del campo inmediato. En 1908, el número de poseedores de fracciones inferiores a 50 hs., era en la provincia de Buenos Aires, el 39.5 % del total de propietarios; en Santa Fe el 34,5%; en Entre Ríos el 39% y en Córdoba el 34,5%. En 1914 esa proporción era de 36,8 en Buenos Aires,30,5 en Santa Fe, 41 en Entre Ríos y 35 en Córdoba. En el otro extremo y desde luego por otras razones que derivan de la extremada división de la propiedad era del 81%, en Tucumán; en Mendoza el 76 y en San Juan el 79.
Estos establecimientos cuya superficie no excede de 50 alude en su mayor proporción a los que son atendidos por los pequeños chacareros y sus familias. En 1914, de los 233 mil establecimientos que en el país acusaban una inversión en útiles de trabajo, excluyendo la tierra y los ganados, inferior a 5.000pesos,78 mil estaban emplazados en superficies inferiores a 25 hs. y 28 mil en superficies inferiores a 50 hs.; en total pues,106 mil iguales al 92% del total de establecimientos con superficie inferior a 50 hs. contaban con un capital en útiles inferior a 5.000 pesos.
Entre 50 y 500 hs. quedan comprendidos desde luego, la casi totalidad de las chacras destinadas al cultivo de cereales y lino y los medianos propietarios de ganado. Dentro de estas superficies se hallaban en 1914 de los 233 mil establecimientos cuyo capital no exceda de 5.000 pesos, 37 mil, que acusaban una superficie comprendida entre 50 y 100 hs. y 67 mil, con una comprendida entre 100 y 500; pero entre los primeros, unos 3.500 acusaban un capital comprendido entre 5.000 y 50.000pesos y entre los segundos, los que disponían de ese capital eran 13.600 y aun cerca de 300 lo tenían superior a 100.000 pesos. Los 67 mil establecimientos cuyo capital en útiles de trabajo y maquinarias era inferior a 5.000 pesos y gran parte de los 37.000 aludidos en primer término, localizaban indiscutiblemente a los arrendatarios de tierras destinadas al cultivo agrícola; su conjunto, que suman 104,000, representaban el 86%del total de establecimientos emplazados en superficies comprendidas entre 50 y 500 hs.
Entre 500 y 5.000 hs. están comprendidos desde luego los más grandes lotes destinados al cultivo agrícola y las estancias aplicadas a la cría del ganado. En esta categoría los establecimientos cuya inversión es inferior a 5.000 pesos suman 20.700 sobre un total de 32 mil: es decir son el 63%; pero unos 750 acusan un capital situado entre 50 y 100 mil pesos y 450 uno de más de 100 mil. Su conjunto está integrado pues por agricultores y estancieros ricos.
Los establecimientos cuya superficie es superior a 5.000hs. suman aproximadamente 5.000; poco más del 50% de ellos representan un capital invertido en máquinas y útiles inferior a 5.000 pesos; pero unos 600 o sea el 12% acusan uno superior a 100 mil. Se puede expresar que ellos representan los sectores del latifundio y que no sólo se hallan emplazados en los territorios nacionales sino también en las provincias del litoral. En Buenos Aires 230 establecimientos tenían una superficie superior a 10.000 hectáreas y 32 de ellos la tenían superior a 25 mil; en Santa Fe estos últimos eran 31; 10 en Entre Ríos y 16 en Córdoba.
Para sintetizar se puede expresar que los establecimientos ubicados en el primer grupo o sea en superficies comprendidas entre 0 y 50 hs. representan en promedio un capital invertido en máquinas y útiles de 4.500 pesos; los de la segunda categoría, es decir los comprendidos entre 50 y 500 hs. representan uno de 9.100; los de la tercera uno de 13.000 y los de la cuarta uno de 35.000 pesos. Esas cifras indican que el nivel técnico de las industrias agropecuarias en esa época, era muy bajo.

