El nuevo modelo de inversión propone enfocarse en el tipo de impacto que genera. Un punteo sobre los cambios que se visualizan.

La inversión atraviesa una transformación histórica, motivada por desafíos globales como el cambio climático, la desigualdad económica y la crisis de recursos, ante una nueva generación de inversores que está redefiniendo el concepto de riqueza.
En este panorama, los “funds for good” o fondos con impacto social, surgieron como una alternativa atractiva a la inversión tradicional, combinando rendimientos financieros con beneficios para la sociedad y el medio ambiente.
La importancia del impacto en el “nuevo” modelo de inversión
Tradicionalmente, la inversión hacía foco en conseguir resultados de rendimientos financieros, sin tener en cuenta el impacto social o ambiental que genera. Sin embargo, el crecimiento de la inversión responsable, con los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza), impulsan la transformación que existe.
Además, la generación millennial y la generación Z, comienzan a ser herederos de fortunas significativas, buscan alternativas que alineen sus valores con sus decisiones financieras. En este sentido, el asesor financiero Fernando Boudourian indica que no hay inversión sin riesgo, pero sí maneras de minimizarlo.
En general, la generación millennial está puntualmente interesada en inversiones sostenibles, lo que refleja una clara transición hacia modelos que priorizan el impacto positivo, potenciando la rentabilidad y la responsabilidad social.
En este escenario, los “funds for good” tuvieron una transformación con la inversión socialmente responsable (ISR) y los fondos ESG, pero con una diferenciación: buscan generar un impacto medible y positivo, sin sacrificar la rentabilidad. Energías renovables, tecnologías limpias, inclusión financiera y desarrollo social son los más elegidos.
Además de plantear cambios en las elecciones, algunos fondos adoptan un enfoque de exclusión, eliminando de sus inversiones empresas que realicen prácticas nocivas para el medio ambiente o la sociedad.
También, las principales gestoras de activos están adaptándose a esta tendencia, por ejemplo con el lanzamiento de fondos de inversión con impacto social e incrementado su compromiso con la transparencia y la sostenibilidad.
Asimismo, los family offices y los fondos de capital privado están incluyendo criterios de impacto en sus estrategias de asignación de activos.
Pero además el boom de los “funds for good” impulsó la necesidad de contar con regulaciones más estrictas y estándares claros para evitar el “greenwashing”, que consiste en exagerar el compromiso ambiental o social de una inversión. De allí, la toma de medidas al respecto.
A medida que los “funds for good” continúan en crecimiento, en especial que su participación en los mercados financieros siga en ascenso. La tecnología también tiene un papel de gran importancia ya que con el uso de blockchain para verificar el impacto social y la inteligencia artificial para optimizar la selección de activos, brindando mayor eficacia.
La nueva generación de inversores deja en evidencia que la rentabilidad y el impacto positivos son conceptos que comienzan a tener una redefinición.