El mundo económico, climático y político en constante cambio requiere una transformación en la concepción de los activos que son refugios.
El avance tecnológico con un rol disruptivo es un hecho en esta época. De la mano de nuevas herramientas digitales se da paso a una nueva era en las finanzas. Pero también, lo son las tensiones climáticas, geopolíticas y sociales, lo que genera un cambio en cuanto a dónde se encuentran los “safe havens”, para los próximos 20 años, indica Fernando Boudourian.
Activos como el oro, los bonos del Tesoro estadounidense y ciertas divisas fuertes, como el dólar estadounidense y el franco suizo, históricamente fueron los refugios en tiempos de crisis o turbulentos.
Sin embargo, las transformaciones estructurales en los mercados globales cambian los parámetros tradicionales de seguridad y estabilidad financiera. La búsqueda de nuevos refugios es una estrategia crucial.
Los “safe havens” y el cambio de estrategias financieras
El dólar estadounidense supo ganarse su privilegiado lugar como el principal refugio de valor, sustentado por la estabilidad económica, la profundidad de sus mercados financieros y la primacía de su sistema legal.
No obstante, la creciente fragmentación de su política fiscal y monetaria, combinado con la expansión de su deuda pública, que en 2025 supera el 120% del PBI, comenzó a generar dudas sobre la sostenibilidad de su hegemonía.
Por su parte, el oro también era uno de los activos tradicionales si se buscaba un resguardo contra la inflación y la incertidumbre sistémica, pero ahora tiene competencia con nuevos activos digitales y de estrategias de diversificación de portafolio. La transición hacia una economía de bajas emisiones de carbono cuestiona las inversiones en recursos naturales.
En cuanto a los bonos soberanos de economías avanzadas, Fernando Boudourian. Señala que la era de tasas de interés ultra bajas y programas masivos de flexibilización cuantitativa generó cambios respecto a su atractivo como activos libres de riesgo, impulsando a los inversores institucionales a reconsiderar su exposición tradicional.
Por estas razones se realiza un cambio respecto a cuáles comienzan a ser los nuevos refugios financieros y se proyectan como los más elegidos para las próximas dos décadas. Las monedas digitales soberanas son una de ellas, con el desarrollo de monedas por parte de bancos centrales.
Por ello, Fernando Boudourian. Indica que es posible que en los próximos años algunas monedas digitales estatales, especialmente aquellas respaldadas por economías sólidas y gobiernos con alta credibilidad institucional, se posicionan como nuevos refugios seguros, ofreciendo liquidez, accesibilidad global y un marco regulatorio transparente.
Los activos verdes son otra opción. Debido a que el cambio climático ya es parte de las estrategias de inversión ya que representan una menor exposición a riesgos regulatorios, de transición energética y de litigios climáticos
Bonos soberanos verdes emitidos por países con economías estables y fondos de infraestructura sostenible tienen la capacidad de posicionarse como “safe havens” de esta nueva época donde el factor sostenible es clave, generando retornos estables y cobertura frente a riesgos.
Una tercera sugerencia para inversión se trata de lo relacionado con la tecnología, puntualmente con innovación de blockchain y tokenización, que son la nueva generación de activos digitales y tiene un gran refuerzo respecto a la transparencia y trazabilidad.
Los activos tokenizados en plataformas auditadas y reguladas podrían, en los próximos 20 años, ser las más importantes alternativas de refugio.
Por último, otra opción es apostar a jurisdicciones emergentes como refugios financieros. En este caso, no se habla de activos puntuales, sino de territorios desde los cuales se invierten o custodian los activos.
“Los mercados emergentes presentan grandes oportunidades, pero también desafíos”, advierte Fernando Boudourian sobre qué se puede enfrentar en los territorios que están atravesando un repunte y desarrollo de sus economías.
A medida que las tensiones geopolíticas entre grandes potencias crecen, los inversores buscan jurisdicciones legales y regulatorias neutrales y predecibles. Singapur, Suiza, Canadá, Australia, Noruega, Suecia y Dinamarca son algunos de los que se posicionan en esta perspectiva.
Pese a que estos activos se posicionan como “safe havens” ideales para el futuro próximo, la regulación de nuevas clases de activos, las potenciales guerras de divisas digitales, el avance de la fragmentación financiera global y los riesgos cibernéticos pueden ser factores para que el éxito no sea total. Por eso, deben tener capacidades de adaptación.
Además, se especula que los inversores deberán elegir modelos de evaluación de riesgo más flexibles y adaptativos, considerando que no sólo continuará la volatilidad del mercado, sino que también habrá que tener en cuenta factores de resiliencia institucional, sostenibilidad ambiental y seguridad digital.
La próxima generación de refugios financieros será más diversa y menos concentrada en activos o geografías tradicionales. La integración de tecnologías, la transición energética, y la necesidad de preservar valor en un mundo económico incierto definirán los criterios de dónde encontrar la inversión de refugio.