Las profesiones en la población activa

La población activa que según hemos expresado oportunamente era en 1895 de 1,65 millones de habitantes, habla pasado según el censo de 1914 a 3,23 millones; el ingeniero Bunge afirma en su “Una nueva Argentina” que la de 1933 alcanzaba a 5,018 millones, es ésta la estimación más próxima al extremo del período a que hacemos referencia. De acuerdo a la clasificación precedente, que pertenece al ingeniero A. E. Bunge, el sector industrial ha absorbido la mitad del progreso localizado entre 1914 y 1933; en el período anterior o sea entre 1895 y 1914, el personal afectado directamente a la producción industrial, es decir, sin los agregados que contiene el cuadro precedente y que provienen del “personal de servicio” y “fatiga sin trabajo fijo”, para seguir la nomenclatura de los censos, ha aumentado desde 366 mil hasta 841 mil; considerando pues el valor de los aumentos relativos, con respecto al año inicial del período, resultaría que entre 1895 y 1914 el aumento del sector industrial ha sido de 130 % con respecto al primero de los años mencionados. Aplicando el mismo criterio entre 1869 y 1895 este sector aumentó en 30,7% con respecto a 1869. De acuerdo a las cifras del cuadro precedente la población ocupada en 1914 era 41,2 % de la población total del país y la calculada por Bunge para 1933 era el 41,7 %de la población calculada por la Dirección General de Estadística para fines de ese año. Estos porcentajes implican que entre 1895 y 1933 la ocupación ha corrido paralelamente al crecimiento de la población. Considerando algunos de los rubros parciales se puede observar que el de comercio aumenta tanto como el de las industrias agropecuarias y mucho más que el de transportes; en cuanto a las “otras profesiones”, que lo hacen absorbiendo la quinta parte de los aumentos, dependen de la proporción que le corresponde por el de “personal de servicio” y particularmente por el de administración pública, educación y profesiones liberales.

Entre 1895 y 1914 se nota pues un aumento de los sectores y una correlativa reducción del 29. El que comprende a las profesiones no productivas, ha aumentado desde 6,4 hasta el 10 % y el de las productivas desde el 59 hasta el 61,4 %; el segundo se ha reducido desde el 34,6 hasta el 28,6 %. En lo que concierne al primer sector, su aumento depende del de los funcionarios, que han pasado desde 28.000 hasta 108.000, y el de las profesiones liberales, de las cuales la de educación había logrado reunir en 1914, 83.000 individuos. El aumento de las productivas descansa preferentemente en el de los productores industriales, que han pasado desde 366 mil hasta 841 mil; los agropecuarios, lo han hecho desde 394 mil hasta 530 mil. En cuanto a los jornaleros, distribuidos según se explicó oportunamente entre los sectores más productivos y productivos, aumentaron desde 342 mil hasta 619 mil. Esta última circunstancia está sin duda vinculada al auge de la población “golondrina “que se desarrolló y culminó durante ese período. Las profesiones clasificadas como muy productivas han duplicado el número de las personas afectadas, pero relativamente acusan un descenso que debe imputarse al crecimiento más lento del comercio y los transportes. Estos últimos desarrollaron una acción muy intensa a favor de los ferrocarriles y embarcaciones a vapor en detrimento del de diligencias y carretas que ocupan necesariamente mayor número de personas por unidad de tráfico: en cuanto se refiere al comercio, entre 1895 y 1914 no obstante el gran desarrollo que alcanzó el país en sus diversas actividades, se debe recordar que en esta época comenzó un proceso de concentración en grandes casas comerciales, que redujo el crecimiento relativo que le correspondió en el período anterior. Especialmente en las ciudades surgió el tipo de gran establecimiento que eliminó gran parte del comercio de los barrios, o cuando menos contribuyó a reducirlos.

El pequeño comercio de los barrios dependía, además, de una dilatada tradición, que provenía de la disgregación de la ciudad. La ciudad, Buenos Aires en particular, estaba constituida por los agregados a su centro administrativo que, hacia principios de 1880, cuando fue federalizada, abarcan un conjunto de manzanas que terminaban poco más afuera de la calle Callao en un rumbo y de Independencia o San Juan por el otro. Los sucesivos anegamientos que trajo consigo la federalización dejaron una franja bastante extensa entre los nuevos barrios de la Capital v su antiguo centro. Entre Flores o Belgrano quedaba una zona baldía que a despecho de la sanción legal separaba a los distintos sectores de la ciudad, impulsando a la vida propia. Cada uno de los barrios, en proporción a su importancia económica, tenía pues su distrito central en el que las numerosas casas de comercio que allí funcionaban permitían realizar una especie de federalismo dentro de la ciudad; por supuesto que contribuía a ello o lo facilitaba, la dificultad y la lentitud de las comunicaciones. A medida que los ferrocarriles las mejoran y favorecen, el desplazamiento se hace más posible y frecuente, y decidió el comienzo de la decadencia de los comercios barriales. Ellos harían pie todavía en su horario de funcionamiento, que aún a principios del siglo se extendía hasta las 22 horas y más; la ausencia del sábado inglés y desde luego del feriado semanal hizo todavía más perdurable a estos pequeños comercios; pero la iniciación de los movimientos obreros tendientes a reducir y reglamentar la jornada de trabajo, comenzó por decidir el cierre de los domingos, luego el sábado y durante la semana a limitar la jornada considerablemente.